lunes, 11 de febrero de 2008

Alma de Luna.

Entró a la habitación, el calor de la noche de verano hiso que su sueño se esfumará, la casa estaba a oscuras, solo el reflejo de los postes de luz la ubicaba en los senderos de sus pasillos.
Entre sus piernas recorrió una brisa fría, sorprendida miro hacía los extremos de la pieza, esperando encontrar a alguien insesperado, sus ojos buscaron a través de la oscuridad, pero no se toparon con una sorpresiva visita.
Mientras, otra brisa agitaba sus cabellos, camino hacia el ventanal y lo cerró. La brisa paro de golpe, nuevamente sintió el calor que la hiso levantarse de su cama alejandose así de morfeo solo hasta volver a caer entre las plumas y sedas que la acunaban de noche.
El reflejo de su silueta en el vidrio en conjunto al verde pasto que se encontraba del otro lado, la hicieron recordar tardes y días enteros dedicados a la naturaleza, donde ella se fusionaba, haciendo un entero, entre su alma, el sol, la luna y el viento.
Tantos recuerdos le trajo que se acordo sus charlas nocturas con la luna y sus estrellas, donde en sus pensamientos les preguntaba que hacer respecto a las complejidades de la vida y ellas poco a poco dejaban ver sus respuestas.
Tan bien se llevo con la noche que a su honor la Luna le asigno un nombre que la acompañará hasta su último día, Alma de Luna la han de llamar, que entre estrellas y la luna ha de pasar, todas las noches sin cesar.

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