lunes, 25 de febrero de 2008

El libro.

Ese nerviosismo volvía a consumirla nuevamente, así como ya había pasado unas cuantas veces, la ansiedad se acrecentaba con cada hoja que pasaba, con cada línea que leía, en sus manos podía palpar que el final se acercaba, con cada suspiro, una hoja se eliminaba. La historia estaba por concluir.

Ese final que inconcientemente había evitado por tantos meses, bajo escusas pobres: Que el tiempo, las vacaciones, la universidad, el cansancio y cuál razón se le venía a la mente para no terminar ese libro.

Sabía que al llegar a la última hoja una parte de sí acababa, llegaba a su fin, encontraba una muerte sumisa y anunciada, ¿Una parte de su niñez? Tal vez, incluso la última pieza que quedaba de esos días donde la perfección parecía fácil, donde por primera vez llego un libro que abriría su imaginación a un mundo que ni ella creía posible, a un lugar donde se podía esconder de los cambios repentinos que sucitaban en su vida.

Los capítulos parecían derretirse frente a ella después del 21, ya todo pareció ser absorbido en una breve cantidad de tiempo, de la nada ya estaba frente los tres últimos capítulos, la curiosidad la impulsaba a terminarlo, pero su niña interna le rogaba que no, sabía que moriría ese pequeño enlace con la niñez, poco a poco leyó y releyó cada línea dos veces, la exaltación hacía que no pudiera comprender con facilidad, es como si leyerá en alemán, pero su mente sabía que solo era inglés, un idima que maneja, y que con tranquilad podía comprender todo lo que sus ojos observaban, suspiros trás suspiros, recuerdos y lágrimas, todo tras ir dejando atrás otro capítulo tras otro, y hoja por hoja, parrafo por parrafo, palabra por palabra, llego al temido punto final. cerró el libro, con una vaga sonrisa en su cara.

Como lo imagino esa pequeña parte que la hacía guardar su inocencia y credulidad de niña se esfumó sin más. sabiendo que ya había acabado todo, teminando con lo que evito por meses.

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